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¿Por qué los niños hacen berrinches y tienen crisis?

Entenderlos es el primer paso para reducirlos.

Escrito por: Caroline Miller

Expertos clínicos: Vasco Lopes, PsyD , Dr. Steven Dickstein

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Seguramente no es una sorpresa para ningún padre que el problema más común que lleva a más niños pequeños a ser atendidos por un psicólogo o psiquiatra son los estallidos emocionales: berrinches y crisis.

De hecho, los berrinches y las crisis están entre los desafíos más grandes de la crianza. Son difíciles de entender, difíciles de prevenir, y es aún más difícil responder a ellos de manera efectiva cuando están sucediendo. Y cuando ocurren con frecuencia más allá de la edad en la cual se espera que ocurran (los terribles dos) se pueden convertir en un gran problema para el niño, no sólo para los atormentados adultos que los enfrentan.

Berrinches versus crisis

Muchas personas hacen una distinción entre los berrinches y las crisis, aunque ninguno de los dos es un término clínico. “Berrinche” (rabieta o pataleta) se utiliza comúnmente para describir estallidos más ligeros, durante los cuales un niño todavía mantiene cierto control sobre su comportamiento. Un criterio que utilizan muchos padres es que es probable que un berrinche desaparezca si nadie le está prestando atención. Esto es lo opuesto a una crisis, durante la cual un niño pierde el control a tal punto que el comportamiento sólo se detiene cuando se agota y/o el padre o la madre logran calmarlo.

Ya sea leve o severo, los berrinches son síntomas de que un niño está teniendo dificultades con emociones que no puede regular. La ira, por supuesto, es la emoción número uno que provoca que los niños pierdan la cabeza y exploten. Se puede pensar en esto como una versión infantil de la furia al volante (road rage), explica el psiquiatra de niños y adolescentes el Dr. Steven Dickstein. El niño siente que merece o necesita algo que está siendo retenido de manera deliberada (la galleta, el videojuego, algo que él quiere en la tienda de juguetes), y se siente abrumado por la frustración y la injusticia.

Pero la ansiedad es otro gran factor desencadenante. Causa que los niños entren en pánico y hagan caso omiso de la lógica que les permitiría ver que su ansiedad está fuera de proporción con respecto a la situación.

Causas subyacentes

Cuando los niños no desarrollan la regulación emocional como parte del desarrollo normal, las causas subyacentes son varias. “El asunto es que no existe algo como trastorno de berrinches o trastorno de crisis”, dice el Dr. Dickstein. “Los berrinches y las crisis son como las fiebres: pueden ser desencadenadas por muchos problemas diferentes y no podemos detenerlos hasta que entendamos qué los está desencadenando”.

A veces, la incapacidad para regular las emociones es el resultado de un problema subyacente. Algunas de las causas comunes de las crisis frecuentes son:

  • TDAH: En un estudio reciente conducido por la Dra. Amy Roy de Fordham University, más del 75 por ciento de los niños que presentaron crisis severas de temperamento también cumplían el criterio para el TDAH. Eso no significa necesariamente que hayan sido diagnosticados con TDAH (de hecho, el trastorno puede pasar desapercibido en los niños que tienen un historial de agresión). “Lo que las personas no entienden es que la falta de atención, la incapacidad de completar el trabajo y tolerar el aburrimiento, entre otros síntomas, pueden contribuir a una escalada hacia estallidos explosivos”, explica el Dr. Vasco Lopes, PsyD, psicólogo clínico. “Es por eso que hay que buscar la causa subyacente”.
  • Ansiedad: La ansiedad es otro contribuyente importante. Aun si los niños no tienen un trastorno de ansiedad en forma, podrían sobrerreaccionar a situaciones que les provocan ansiedad y tener una crisis cuando están estresados. Los niños que tienen una discapacidad del aprendizaje no diagnosticada o que han sufrido trauma o abandono, podrían reaccionar de esta manera cuando se ven confrontados a una situación incómoda o dolorosa.
  • Problemas del aprendizaje: Cuando tu hijo se porta mal de manera repetida en la escuela o a la hora de hacer la tarea, es posible que tenga un trastorno del aprendizaje no diagnosticado. Digamos que tiene muchos problemas con las matemáticas, y los problemas de matemáticas lo hacen sentir frustrado e irritable. En vez de pedir ayuda, puede que rompa la tarea o comience una pelea con otro niño para crear una distracción de sus problemas reales.
  • Depresión e irritabilidad: La depresión e irritabilidad también ocurren en un subgrupo de niños que tienen berrinches severos de manera frecuente. Un nuevo trastorno llamado trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo o TDDEA (DMDD, por sus siglas en inglés) describe a los niños que tienen estallidos severos con intervalos de irritabilidad crónica severa. “Los niños que son altamente irritables son como el agua a 90 grados, siempre a punto de hervir”, dice el Dr. Lopes. “Los padres de estos niños siempre están actuando con mucho cuidado porque estos niños responden a cosas sutiles, como que la más mínima cosa no les salga como quieren”.
  • Autismo: Los niños en el espectro autista también tienen tendencia a crisis dramáticas con frecuencia. Estos niños tienden a ser rígidos (dependen de una rutina consistente para su comodidad emocional), y cualquier cambio inesperado puede desestabilizarlos. Además, puede que no tengan las habilidades de lenguaje y comunicación para expresar lo que quieren o necesitan.
  • Problemas del procesamiento sensorial: Los desafíos del procesamiento sensorial, que a menudo se ven en niños y adolescentes autistas, así como en muchos con TDAH, pueden hacer que los niños se sientan abrumados por los estímulos, y tengan un cortocircuito de crisis inconsolables.

Habilidades que podrían no tener

Sin importar el factor desencadenante, la mayoría de los profesionales de la salud mental creen que los niños que tienen estallidos emocionales frecuentes carecen de ciertas habilidades que los ayudarían a manejar mejor ciertas situaciones que les causan frustración, ansiedad o ira. Entre ellas:

  • Control de impulsos.
  • Habilidades para resolver problemas.
  • Capacidad de retrasar la gratificación.
  • Habilidades de negociación.
  • Habilidad para comunicar deseos y necesidades a los adultos.
  • Saber qué es apropiado o qué se espera en una situación determinada.
  • Habilidad para autocalmarse.

Un círculo vicioso

Gran parte de los berrinches que los padres ven como intencionales o manipuladores son mucho menos voluntarios de lo que ellos perciben, destaca el Dr. Dickstein. Pero eso no significa que no sea un comportamiento aprendido.

Los niños con serios problemas de temperamento no están calculando de manera consciente los berrinches, pero pueden haber aprendido, a través del refuerzo de los adultos, que los berrinches dan resultado. “No hay duda de que los niños que no han dejado atrás los berrinches tienen un rezago en el desarrollo de las habilidades de regulación emocional —dice el Dr. Lopes— pero entonces pienso que la deficiencia se mantiene y se exacerba por el aprendizaje condicionado”.

Si un niño se encuentra con un problema, no sabe de qué otra manera manejarlo, y recurre a los berrinches, puede aprender que con el tiempo esto lo ayudará a obtener lo que quiere. “Se convierte en un círculo vicioso —dice el Dr. Lopes— porque en vez de perfeccionar y practicar habilidades de adaptación que los niños aprenden normalmente para resolver problemas de manera colaborativa, estos niños están aprendiendo respuestas inadaptadas cuando están frustrados. Y al continuar practicando dichas habilidades, ellos están fortaleciendo estos comportamientos con el tiempo y usándolos en un número mayor de situaciones”.

Los padres son fundamentales

Sin importar la causa, los doctores destacan que para manejar los estallidos, el primer paso es entender los factores desencadenantes y probar maneras en las que el ambiente pueda ser cambiado para reducir la incidencia del estallido. Y cuando se trata de buscar maneras de ajustar el ambiente de un niño, los padres son fundamentales.

“No culpamos a los padres por los berrinches —dice el Dr. Dickstein—porque los padres son sólo una parte de lo que sucede en el patrón de comportamiento de un niño, junto con el temperamento y el desarrollo. Pero el comportamiento de los padres es ajustable, así que es la herramienta más poderosa que tenemos para ayudar a los niños pequeños”.

Preguntas frecuentes

¿Por qué los niños pequeños hacen berrinches?

Los niños pequeños suelen hacer berrinches porque carecen de las habilidades necesarias para manejar emociones fuertes, como la rabia y la frustración. Problemas subyacentes, como ansiedad, TDAH y trastornos del aprendizaje también pueden conducir a que los niños hagan berrinches. Si tu hijo sigue haciendo muchos berrinches después de la etapa preescolar, puede que sea necesario acudir con un profesional para entender mejor las causas de su comportamiento.

La última revisión de este artículo se realizó el 27 de marzo de 2024.