Qué NO hacer cuando su hijo está haciendo un berrinche
Consejos para responder al mal comportamiento de los niños pequeños.
in EnglishEste es un extracto de The Tantrum Survival Guide (en inglés), de Rebecca Schrag Hershberg, PhD.
Aun cuando como padres sabemos cómo deberíamos responder a un berrinche, en el calor del momento se nos dificulta resistirnos a hacer lo incorrecto: algo que no sólo no funciona, sino que además empeora las cosas. Dedicar un momento a considerar por qué es crucial evitar estas reacciones (con algunos consejos sobre cómo hacerlo) puede ayudar a reforzar tu determinación de no recurrir a ellas.
NO invalides la perspectiva o las emociones de tu hijo
Cuando los padres describen los berrinches de su hijo, suelen hablar en un tono de escepticismo: “¡Enloquece por completo por la cosa más mínima!”. Los padres utilizan constantemente esta palabra: “La cosa más mínima”, y las múltiples palabras y frases que son sus sinónimos, como “lo más pequeño”, “lo más insignificante”, “lo más trivial” para describir las cosas que desencadenan las rabietas de su hijo. A primera vista, los motivos por los que los niños hacen berrinches pueden parecer claramente absurdos.
Pero aun así, cuando estamos con nuestros hijos, es importante que no nos riamos, que tomemos sus reacciones y experiencias en serio. Algunos ejemplos de reacciones invalidantes, además de reírse descaradamente de tu hijo, son:
- “X no es importante”. ¿Cuándo ha funcionado esto con alguien alguna vez en la historia de la humanidad? Tu hijo pequeño o preescolar nunca dirá: “¿Sabes qué? Tienes razón, mamá. No lo es en absoluto. Es mi culpa, estoy exagerando”. Francamente, no son sólo los niños. Nadie responde así. Nunca.
- ” Por favor, sólo es X”. El “sólo” aquí es la gran pista de que estás ignorando a tu hijo al descartar lo que sea que lo molesta. La palabra “simplemente”, en el mismo contexto, también es una pista. Presta atención a esas palabras cuando tu hijo se esté descontrolando, incluso cuando sean dichas en un tono aparentemente empático.
- “No hay nada por lo que enojarse tanto”. Otra vez, piensa en tus propias experiencias cuando te enojas. ¿Te ayuda que te digan que estás molesto sin razón? No. Generalmente pensamos que hay una buena razón para estar tan molestos o tal vez seamos conscientes de que no hay una “razón” desde un punto de vista lógico, y sin embargo nos sentimos molestos de todos modos. Y además, lo más probable es que te avergüences por tu enojo, ya que aparentemente no hay nada por lo que molestarse.
- “Estás siendo ridículo”. Esto habla por sí solo. A nadie le gusta que le digan que está haciendo el ridículo, tengas dos o 42 años. Lo mismo ocurre con palabras como “exagerado” e “irracional”.
NO le digas a tu hijo cómo debe sentirse
Esta es una gran regla general (para aplicar a los niños pequeños, a los preescolares y al resto de la humanidad), y es especialmente relevante en el caso de los berrinches. Se trata de comentarios que no solamente invalidan las emociones y experiencias de los niños pequeños, sino que además les ordenan que sientan algo diferente a lo que sienten. Por ejemplo, “no te enojes” o “¡deja de enojarte tanto!”.
Esto lo veo mucho en torno al juego, sobre todo cuando los niños intentan dominar una habilidad, como construir un edificio con bloques o dibujar un círculo (más) perfecto. A menudo, durante estas actividades, los niños gritan o lloran cuando “lo arruinan”, lo que hace que los padres se apresuren a “ayudar”, también conocido como “hacer lo que sea para evitar una crisis”. Los padres dicen inmediatamente a su hijo que “no hay nada por lo que enojarse” o “puedes volver a intentarlo”.
Aunque estos comentarios a veces funcionan para evitar un berrinche en el momento, a menudo he visto que los niños pequeños se alteran aún más como respuesta a esto. En cambio, suelen calmarse cuando los padres simplemente los ayudan a identificar su sentimiento o a describir la circunstancia en cuestión. “Estás frustrado porque parece más un rectángulo que un círculo”, o “te estabas esforzando mucho y luego vino el perro y lo arruinó”. Cuando los niños tienen la oportunidad de que sus padres escuchen y comprendan sus emociones, se sienten aliviados y ya no tienen que demostrar su angustia con gritos más fuertes o llantos más intensos.
Si en cambio se les dice con bastante frecuencia que no sientan lo que sienten, los niños pequeños y los preescolares pueden llegar a creer que tienen la capacidad de encender y apagar sus emociones en un abrir y cerrar de ojos, o más específicamente, que deberían ser capaces de hacerlo. Y no sólo deberían tener este poder mágico, sino que deberían ejercerlo, no cuando ellos quieran, sino cuando sus padres quieran. Los niños pequeños tienen que aprender que sus sentimientos forman parte de la vida (incluso los difíciles), y que van y vienen como las olas del mar que tenemos que atravesar (una analogía que no inventé yo, pero que a menudo invoco). Como padres, tenemos que modelar y enseñarles a lidiar con estos sentimientos, no cómo no tenerlos, lo cual, francamente, no funcionará de todos modos. También en esta misma categoría entran “¡relájate!” y “¡cálmate!”. Deja de decir estas cosas. A quien sea. Punto.
NO le mientas a tu hijo para evitar un berrinche
A menudo los padres mienten (o al menos dicen verdades a medias) para evitar simplemente decir que no y que su hijo experimente (y exprese, probablemente en forma de berrinche) la decepción o la frustración. ¿Hay momentos en los que una pequeña mentira está bien? Sí. De vez en cuando, por supuesto, puedes decirle a tu hijo pequeño o preescolar que no hay más galletas, aunque sepas que hay otra caja sin abrir en la alacena. Pero decirle a tu hijo que la televisión está descompuesta (cuando no quieres que la encienda) o que la juguetería está cerrada (cuando no quieres pasar por allí de camino a casa) no le hace ningún favor a tu hijo, ni a ti.
Bueno, eso no es del todo cierto. Sí te haces un favor a corto plazo, ya que los siguientes 10 minutos serán sin duda más fáciles de lo que podrían ser de otro modo. Y, en ocasiones, puede que (por la razón que sea) tengas que dar prioridad a esos 10 minutos. Pero a largo plazo, acostumbrarse a confiar en estas mentiras sienta un pésimo precedente. Si quieres que tu hijo sea sincero contigo, tienes que serlo con él. Porque tarde o temprano se dará cuenta de que la televisión no se descompone espontáneamente a una hora determinada cada día, y entonces ¿qué empezará a pensar sobre todas las demás cosas que le has estado diciendo? Los niños necesitan ver que los padres se responsabilizan de poner límites de forma abierta y clara, lo que significa que tienes que practicar.
NO digas que el comportamiento de tu hijo te entristece
He escuchado esto muchas veces a lo largo de los años. Un niño empieza a enfadarse o a molestarse por algo, y un padre responde poniendo una cara triste o fingiendo que llora, y dice: “Sabes que me pone muy triste cuando te comportas así”. Los niños no son responsables del bienestar emocional de sus padres. Este camino tiene una sola dirección, y es la opuesta: los padres son responsables del bienestar emocional de sus hijos. Por eso, tratar de motivar el comportamiento de tu hijo pequeño haciendo que note el efecto que producen sus acciones en los sentimientos de sus padres es un camino resbaladizo. ¿Es importante que aprenda que su comportamiento afecta a otras personas? Por supuesto. Sin embargo, es inadecuado desde el punto de vista del desarrollo pedirle que actúe de una manera determinada por un sentido de responsabilidad hacia sus sentimientos.
Ya que estamos en este tema, yo eliminaría la construcción de la frase “me haces sentir X” de las interacciones con tu hijo en general. Esta frase implica que tu hijo tiene mucho poder, lo que puede resultar abrumador y, en última instancia, causar ansiedad. Es preferible decir “estoy empezando a sentirme frustrado/enfadado/malhumorado”, ya que la frase implica que tus estados de ánimo son tuyos, y muestra tu capacidad de reconocerlos y nombrarlos, y luego actuar en consecuencia, una habilidad que st hijo se beneficiará de aprender por sí mismo.
NO tomes los berrinches (y las cosas que dice tu hijo antes o durante ellos) como algo personal
Q-TIP es un gran acrónimo en inglés (cuyo origen desconozco). Significa: Deja de tomártelo como algo personal (Quit Taking It Personally, en inglés). Escríbelo, plastifícalo y cuélgalo en la pared de cada habitación. O pon una alarma en tu teléfono que te lo recuerde cada hora. Cuando tu hijo pequeño o en edad preescolar haga un berrinche, es muy posible que se salga de toda proporción. ¿Qué significa eso? “¡Te odio!”. “¡Eres una mala mamá!”. “¡Quiero a papá, no a ti!”. “¡Vete!”. “¡Eres mala!”. Estas cosas nunca son fáciles de escuchar, especialmente de tu propio hijo. Y, sin embargo, estos comentarios son expresiones apropiadas de ira en los niños de esta edad.
Enojarse y responder del mismo modo (“Tú también eres malo”, o (esto lo oí una vez), “eres más malo que yo”) no ayuda a aliviar la angustia de tu pequeño y, sin duda, agravará la situación. Además, implica que se espera que los dos (tú y su hijo) se atengan a normas de comportamiento similares, lo cual es falso y confuso.
Tampoco recomiendo hacer comentarios sobre el respeto o los modales de tu hijo en ese momento: “No me hables así” o “deja de ser tan irrespetuoso”. Claro que tu trabajo es enseñar a tu hijo a ser respetuoso y a tener buenos modales, pero hacerlo de esta manera, en este momento, casi garantizará que de hecho no escuche el mensaje.
NO uses el sarcasmo
Aunque es algo casi omnipresente en estos tiempos, el sarcasmo es una manera de comunicación bastante sofisticada que los niños pequeños no entienden. Es posible que perciban que tu tono no se corresponde con tus palabras (como cuando decimos “muy gracioso” de forma amarga o con dureza), pero no sabrán qué hacer con ello. El sarcasmo suele confundir a los niños pequeños y a los preescolares, además de que los menosprecia. Algunos ejemplos de comentarios sarcásticos que he escuchado de los padres antes o durante la rabieta de su hijo:
“Sí, y quiero la paz mundial”.
“Tu vida es muy dura”.
“¡Ya lo sé! Es el fin del mundo!”.
“Porque está claro que es lo más importante del planeta”.
En el mejor de los casos, tu hijo pequeño o preescolar se sentirá confundido por el uso que haces del sarcasmo cuando estás molesto. En el peor de los casos, se sentirá menospreciado. En cualquier caso, es casi seguro que su angustia aumentará y el berrinche empeorará y no mejorará.
Quiero llamar tu atención sobre el hecho de que “perder la paciencia” no está en esta lista de cosas que no debes hacer. ¿Significa esto que te recomiendo que pierdas completamente los estribos la próxima vez que tu hijo haga un berrinche? Por supuesto que no. Pero la razón por la que no lo he incluido aquí es porque en algún momento (quizá no mañana o la semana que viene) sucederá. ¿Y por qué más? Porque en cierta medida ya lo has hecho. Has levantado la voz más fuerte de lo que querías, o has dicho algo de lo que todavía te arrepientes. Incluso después de terminar este libro, volverás a encontrarte en esa situación: adoptarás un tono desagradable con tu hijo pequeño o preescolar, o dejarás escapar alguna palabra malsonante. Tanto tú como su hijo sobrevivirán, y lo que ocurre con la crianza es que tendrás otra oportunidad (muchas otras oportunidades) de hacerlo bien.
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Si quieres conocer más estrategias para sobrevivir a los berrinches, y sobre todo para detenerlos, consulta The Tantrum Survival Guide (en inglés). Rebecca Schrag Hershberg, PhD, es psicóloga clínica y fundadora de Little House Calls Psychological Services, que se especializa en ayudar a niños y padres a enfrentarse a una serie de retos comunes en la primera infancia. Vive en el área de Nueva York con su marido y sus dos hijos pequeños.