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Cómo mejorar el comportamiento en el aula

La capacitación en tiempo real ayuda a los maestros a centrarse en lo positivo.

Escrito por: Caroline Miller

Experto clínico: Dave Anderson, PhD

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En una clase de primer grado como la del salón B71 de la KIPP Academy Elementary School, la mayoría de los estudiantes estarán atentos la mayor parte del tiempo a lo que el maestro quiere que hagan. Pero también habrá un grupo de estudiantes que tendrán problemas para seguir las indicaciones del maestro y para comportarse de manera apropiada. Y es probable que haya otro grupo que se distraiga (o se entusiasme) con el comportamiento de quienes se están portando mal y quieran seguir el ejemplo.

Todo esto puede implicar que los maestros tengan que dedicar mucho tiempo y energía a repetir las instrucciones y tratar de redireccionar a los estudiantes que tienen un comportamiento disruptivo. No hace falta mucho más para deteriorar seriamente la oportunidad que tienen los maestros de enseñar. Por eso, para ser educadores eficaces, los maestros también necesitan contar con técnicas efectivas para manejar los problemas de comportamiento.

Afortunadamente, hay técnicas que han demostrado ser muy exitosas, no sólo para manejar el comportamiento problemático en el aula, sino también para minimizarlo y conseguir que estos mismos estudiantes tengan un mejor comportamiento. Las técnicas que han demostrado ser más exitosas implican “cambiar el paradigma”, como lo expresan los psicólogos del Child Mind Institute: en lugar de corregir constantemente a los estudiantes que no se portan bien, debemos elogiar a los que sí lo hacen. El objetivo es prestar más atención al comportamiento que se quiere ver y menos al que se interpone en el camino de la enseñanza. Como resultado, con el tiempo se obtendrá más de lo primero y menos de lo segundo.

Las investigaciones han demostrado que sí funciona, y existen varios programas diferentes de capacitación para maestros. Pero es difícil hacerlo en tiempo real en los cientos de pequeñas interacciones que tienen con los niños todos los días. Es fácil para los maestros concluir que estas técnicas no funcionan porque es muy difícil usarlas de manera consistente. Por eso el Child Mind Institute ha lanzado un programa piloto para enviar especialistas a las aulas que realicen capacitación en vivo.

Entrar al salón

“Los maestros se enfrentan a demasiadas demandas en un día cualquiera”, señala David Anderson, psicólogo clínico y director del programa escolar del Child Mind Institute. “Están los programas de estudio que necesitan seguir, todas las diferentes necesidades de cada uno de los estudiantes y los distintos comportamientos que están tratando de manejar. Por eso estamos allí para ayudarlos a aplicar las técnicas de manera consistente y con la suficiente regularidad como para que realmente obtengan resultados”.

La capacitación en tiempo real implica observar al maestro en acción y literalmente susurrarle sugerencias al oído. Hace poco, el equipo del Child Mind Institute pasó varios meses visitando la escuela primaria de la Academia KIPP, en el Bronx, y haciendo justo esto con las dos maestras de la clase B71. Nataki Caver y Meirelys Ruiz son maestras experimentadas que estaban interesadas en perfeccionar sus estrategias para mejorar el comportamiento de los estudiantes.

“Al principio fue un poco estresante tratar de enseñar mientras alguien te está susurrando al oído”, dice Caver. “Estás tratando de vigilar a los estudiantes y de enseñarles, y al mismo tiempo intentas escuchar lo que dicen y de implementar lo que el Dr. Dave estaba sugiriendo. Pero después se convirtió en algo natural escucharlos. Y a medida que íbamos mejorando en las habilidades que trataban de enseñarnos, las interrupciones eran menos frecuentes y mucho más cortas”.

Hambrientos de elogios

La clave de las técnicas que se utilizan en la capacitación es encontrar formas de redireccionar a los estudiantes de manera positiva, en lugar de llamarles la atención por el comportamiento que se intenta desalentar. Si un estudiante no está en su asiento cuando se supone que debe estarlo, o si está haciendo preguntas sin levantar la mano, o si está empujando a alguien que está enfrente en la fila, el maestro buscará a un estudiante que esté demostrando el comportamiento que le gustaría ver y lo elogiará por ello.

Como todos los demás, los estudiantes que no se portan bien también están hambrientos de elogios, por lo que apenas se ajuste al programa, el maestro le puede enviar un mensaje como: “¡Gracias por levantar la mano, Jaime!”.

También puedes elogiar a la clase en general por el comportamiento que estás buscando: “Me encanta cómo se han alineado y han logrado mantener las manos quietas”. Así, el estudiante que no ha estado cumpliendo, se alinea para formar parte de ese elogio público. Y cuando lo hace, el maestro lo destaca. “Veo tus manos a tus costados ahora, Camila. ¡Excelente!”.

Concéntrate en lo positivo

“El objetivo es ir desde lo que hacemos de manera natural, que es prestar atención a los comportamientos que nos estresan— explica el Dr. Anderson— hasta prestar una cantidad significativa de atención a los comportamientos positivos en los que vemos que se involucran nuestros estudiantes, al esfuerzo que ponen, a los momentos exitosos o de control”.

En el aula, el equipo trata de ayudar a que los maestros dirijan los comportamientos que les gustaría promover. “Y les mostramos cómo pueden utilizar todo tipo de sistemas de refuerzo diferentes para asegurarse de que la atención de los estudiantes está en los comportamientos que realmente queremos ver amplificados”, añade.

¿Qué tipo de cosas podría estar susurrando el entrenador en el oído de la maestra mientras intenta utilizar estas intervenciones? “Él decía: `Eso es bueno, así que ahora puedes añadir esto?´. `Eso es genial. ¿Puedes elogiar a ese estudiante de ahí? ¿Has notado a los estudiantes de allá?’”, explica Caver. “Estaba señalando algo que quizá yo no había notado, o algo específico que necesitaba elogiar”. Las primeras veces fue como ‘¡oh, no!’, añade Ruiz. “Pero llegó el punto en que incluso antes de que lo dijeran, ya lo decíamos nosotras mismas. Y luego, cuando ni siquiera estaban aquí, ambas nos encontramos diciendo lo mismo al mismo tiempo, y diciéndolo tal como lo había dicho el Dr. Dave”.

Ver los resultados

¿Qué efecto tuvieron estos esfuerzos en el aula? Ruiz dice que cambió no sólo el comportamiento individual de los estudiantes, sino el del grupo en su conjunto. “Después de un mes o dos de usarlo consistentemente, realmente se ve un gran cambio”.

“Creo que ha tenido un efecto tremendo en la clase”, explica Caver. “Los niños se desempeñan mejor cuando escuchan más elogios, creo. Hemos visto mucho más cumplimiento de lo que queremos, y con respecto a nuestras expectativas. Sienten la calidez y se alimentan de esa energía positiva”.

Los maestros también lo sienten, dicen ellas.

“En primer lugar, estás menos estresada, porque pierdes menos tiempo haciendo que los niños sigan las instrucciones, y pasas más tiempo enseñando”, dice Ruiz. “Y también, creo que hay un poco más de diversión en las lecciones. Realmente puedes terminar una lección y hacer algo divertido”.

Y aunque la intervención no tiene como objetivo específico mejorar el rendimiento académico, Ruiz dice que ve el beneficio.

“Algunos de los estudiantes a los que no les está yendo bien académicamente, es porque no tienen un comportamiento adecuado”, explica. “Y también podría ser al revés, porque no les va bien académicamente, podrían portarse mal, porque no están entendiendo el material en ese momento”. Entonces, cuando podemos ayudarlos a tener un comportamiento adecuado, y prestar más atención a las lecciones, también pueden tener beneficios académicos”.

Ayudar a todos los estudiantes a ser “buenos estudiantes”

Cuando los estudiantes que se han acostumbrado al fracaso tienen la oportunidad de obtener una retroalimentación positiva, pueden empezar a transformar su comportamiento, dice el Dr. Anderson. “Los estudiantes en los que nos enfocamos están obteniendo mucha retroalimentación positiva por los comportamientos deseables que están realizando, sin importar cuán pequeños sean”, explica. “Y lo que vemos es que en el transcurso de varias semanas comienza a cambiar la tendencia respecto a esos comportamientos que queremos cambiar. Y los maestros son capaces de retomar después la frecuencia de las declaraciones que están haciendo”.

Y añade que, con el tiempo, este enfoque intenso permite que un estudiantes pueda empezar a interiorizar los mensajes positivos, y tener una sensación de control sobre el comportamiento que antes era una fuente de frustración. “He hecho un gran trabajo en mi tarea de matemáticas. Estoy dejando en su lugar mi silla cuando me levanto y haciendo las transiciones en calma. Estoy caminando muy bien hacia la clase de arte”.

El Dr. Anderson piensa el proceso como una especie de reestructuración de la atención en el aula, lejos de un modelo convencional en el que hay “estudiantes buenos” que reciben muchos elogios y “estudiantes malos” que son reprendidos y regañados.

“Queremos redistribuir ese elogio, la aprobación o el entusiasmo sobre lo que los estudiantes están haciendo— explica— para que cada quien sienta que existe la posibilidad de que en un momento dado se les diga que están haciendo algo bien”.

Preguntas frecuentes

¿Cuál es la mejor forma de mejorar el comportamiento en clase?

Los expertos dicen que la mejor forma de mejorar el comportamiento en clase es elogiar el comportamiento correcto. Los maestros pueden elogiar a un niño o a toda la clase. En lugar de corregir constantemente a los niños que no se comportan, elogia a los que sí lo hacen.

¿Cuál es la mejor manera de mejorar el comportamiento en clase cuando tu hijo se porta mal?

En el caso de los niños que se portan mal con más frecuencia, los maestros pueden elogiarlos cuando hagan algo bueno, aunque sea algo pequeño. Esto es importante porque los niños que se portan mal con mayor frecuencia empiezan a sentir que son malos. Los elogios les hacen sentir que también pueden recibir atención por portarse bien.

¿Cuál es la mejor técnica para manejar el comportamiento disruptivo en clase y cómo funciona?

Las investigaciones demuestran que la mejor técnica para manejar el comportamiento disruptivo en clase es el elogio. En lugar de corregir constantemente a los niños que no se comportan, elogia a los que sí lo hacen. El objetivo es prestar más atención al comportamiento que quieres ver y menos al comportamiento problemático.

La última revisión de este artículo se realizó el 15 de noviembre de 2024.